Adoramos a Sam Raimi, y suponemos que vosotros también. Nos ha dado mil motivos para ser fieles y devotos seguidores de sus películas, tanto de aquellas que hizo con medios escasos y presupuestos ínfimos hasta aquellas que hizo con toda la maquinaria de Hollywood a su disposición. No hay que olvidar que en 1981, cuando era todo un desconocido, nos regaló esa joya llamada “Posesión Infernal“, y dio a luz una de las sagas más innovadoras del cine fantástico y de terror, que sorprendió a propios y extraños con una mezcla de gore con sangre y vísceras con un humor negrísimo. La leyenda cuenta que el mismísimo Stephen King vio la película en una sesión especial del Festival de Cannes, fuera de concurso, se enamoró de ella y ayudó a que esta obra amateur encontrase un distribuidor y llegase a los cines. Y se convirtiese en un clásico de culto, por supuesto.
Algunos años después, cuando el nombre de Sam Raimi ya era conocido aunque se seguía moviendo por los senderos alrededor de Hollywood, pero sin llegar a pisar sus fértiles valles repletos de dólares, nos regaló la sorprendente y simpática “Darkman“. protagonizada por Liam Neeson (haciendo, una vez más, de un hombre en busca de venganza y justicia) , Colin Friels, Frances McDormand, Jenny Agutter, Larry Drake y Nelson Mashita, entre otros, el film nos presentaba a Peyton Westlake, un científico que es víctima de un atentado a causa de un documento confidencial que su novia, una abogada ue investiga un grupo mafioso, ha escondido en su laboratorio. Aunque todo el mundo le da por muerto, consigue sobrevivir y rehacer su rostro horriblemente dañado aplicando sus descubrimientos sobre piel humana sintética. Esta técnica tiene fecha de caducidad, pues sólo dura cien minutos, pero le permitirá adquirir las facciones de quien desee y vengarse así de los que destrozaron su vida.
“Darkman” es una película que apuesta por recuperar a los clásicos justicieros enmascarados de las películas de serie B, como The Phantom o The Shadow, aunque ésta tiene la gran fortuna de contar con el estilo único del Raimi director, un artista repleto de ingeniosos recursos visuales, una gestión del ritmo que sabe enganchar al espectador o la capacidad de generar tensión con muy pocos elementos. En este caso, en lo que podría ser una película del género de superhéroes pero que se acerca más al género fantástico en el que Raimi siempre se ha movido como pez en el agua.
Han pasado cuarenta años desde “Posesión Infernal“, más de treinta desde “Darkman“, y Sam Raimi sigue siendo una ‘rara avis‘ dentro del negocio del cine. Versátil, irreverente, indomable, ingenioso y muy original empezó haciendo cine entre amigos y para amigos y ha terminado dirigiendo blockbusters para Marvel Comics sin dejar de ser fiel a su estilo. De los 350.000 dólares que costó “Posesión infernal” en 1981 a los a 200 millones de “Doctor Strange en el multiverso de la locura” en 2022, pero su firma sigue ahí, debajo de ese torbellino de efectos especiales. Como en “Darkman“, lejos de la presión ejercida por los estudios, el sello Sam Raimi es único e inimitable.
Pues yo recuerdo está película con mucho cariño. Quizás no llegue al nivel de Toy Story o Gremlins pero... ¿qué…