Cada año se me hace más complicado hacer la crónica del XI Salón del Cómic de Zaragoza porque empiezo a verle más y más posibilidades y veo cómo mi mente visualiza dos crónicas: la del fan y la del “periodista”. El primero está eufórico y el segundo ve muchísimas posibilidades.

Vayamos por partes, antes de nada tengo que reconocer que estoy orgulloso de la Organización del Salón del Cómic de Zaragoza (no, no participo de ella), pero es digno de elogio ver cómo, año tras año, consiguen sacar adelante el Salón atrayendo a más y más público y, especialmente interesante, abriendo las puertas de par en par a los niños (que, o eso nos decían, son el futuro) y a las familias (porque los padres se acercan con sus hijos seguros de que van a pasar una tarde entretenida). El lado “negativo” podría decirse que está en la entrada, que cuesta 1 euro y permite entrar los 3 días… Irreprochable, ya que al canjear la entrada nos ponen una pulserita que, no sé el precio, permite el acceso y que seguramente se lleve gran parte del precio de la entrada.

Así las cosas es normal ver cómo el Salón comenzó el viernes con una lenta pero creciente cantidad de visitantes que se desbordó el sábado (especialmente por la tarde) y que también tuvo una buena acogida el domingo (a pesar de que el Real Zaragoza jugó, y perdió, cachis, a las 12 de la mañana a escasos 300 metros del Salón, y a pesar de la lluvia). Aún así el domingo por la mañana pudimos ver cómo se alcanzaban los 10.000 visitantes (más de 7.500 entradas vendidas al final del Salón) y cómo se cerraba con más de 15.000 visitantes (lo que quiere decir que al Salón acudieron más de 7.000 niños de menos de 12 años que tenían entrada gratuita). Tiene mérito la cosa porque eso implica que la cantidad de niños es casi igual a la de mayores de 12 años (con lo que sí, acuden más infantes que adultos) y acompañados de sus padres. Dejo a vuestra imaginación lo bueno que puede ser esto para los stands que tengan cómics infantiles a la venta. En cuanto a las cifras, bueno, por lo visto se superan las visitas del año pasado en más de 1.500 visitantes, hasta los 15.000 visitantes, y eso, en estos tiempos de crisis, es muy bueno.

Por lo demás habría que decir que las ventas, parece, fueron bastante bien para los stands con los que hablamos. Jordi Bayarri, por poner un ejemplo, estaba muy contento con la acogida de su delicioso Darwin. La evolución de la Teoría y ya estaba pensando en el stand del año que viene (si los mayas nos permiten sobrevivir). Una librería de cómics tan importante como Taj Mahal estaba contenta con las ventas y cierto stand venido de Barcelona también debía estarlo ya que tenía unos precios de escándalo en los tomos (muy actuales) y vendió los Omnigold de Panini a 22 euros cada uno (sí, cuando me enteré ya no quedaba ni uno, sniff). En lo personal acabé gastando más de (75 euros, que a día de hoy me parece una barbaridad que no me puedo permitir).

Otro aspecto destacable es la cada vez mayor presencia de las “tropas otakus”… de verdad que da envidia ver cómo disfrutan con los Salones, acudiendo perfectamente uniformados, con un espíritu de diversión que invita a unirse a ellos y con unos disfraces alucinantes, aunque este año ganó el concurso de disfraces un pedazo de mini Iron Man que… ¡menuda maravilla!.

¿Qué más? ¿Los autores? Una maravilla, oiga, nada que ver con otros salones más grandes, aquí los autores se pasean con total tranquilidad por la zona de los stands, se detienen a hablar con la gente (vi a Manel Fontdevila parado delante del stand de Jordi Bayarri y conversando durante más de media hora sin que nadie le molestase y, creedme, sabíamos quién era), obligan a la Organización a clausurar más tarde el Salón para que nadie se quede sin su firma o dibujo y estoy hablando de todo un señor como Jan y, en definitiva, disfrutan con la experiencia de la que son capaces de extraer unas cuantas horas de diversión.

Las charlas estuvieron muy bien (he grabado 3 ó 4 que intentaré subir tras comprobar el audio) aunque, tirón de orejas, tendían a alargarse, retrasarse y, lo peor de todo, no escucharse correctamente (hay que buscar un espacio aparte donde podamos huir de la megafonía, me suena que hay unas salas que se podrían volver a utilizar para las charlas). Aún así los autores se lo tomaron con humor y el público estaba más que dispuesto a esperar a que la megafonía se detuviese para continuar con la charla.

Un aspecto del que no puedo dejar de hablar: la animación del Salón. La Organización contrato a 4 chicos (“La Patrulla de 3”) que se pegaron una paliza para que TODO el mundo disfrutase. Le dieron una animación bestial al Salón y, especialmente, a los niños, a los que supieron entretener maravillosamente. Como inciso añadiré que es la primera vez que veo huir aterrados a los otakus perseguidos por un grupo de superhéroes. Había que estar allí para verlo, pero ver cómo uno de ellos perseguía de rodillas a una chica disfrazada de época, con un vestido rosa con volantes, al grito de “¡¡Julietaaaa, mi Julietaaaa, al fin os he encontradoooo!!”… una maravilla.

En lo personal pasé la mayoría del tiempo en muy grata compañía, con Latro, con Mañik, con Jordi Bayarri, con Julián Clemente (para mi que es el hijo secreto de Alejandro Viturtia, o el clon, o algo así, en otro artículo explicaré el por qué), con Víctor Santos, con David López, con tanta gente… eventos así son una delicia, y más cuando todo el mundo se lo toma con tanta alegría. Como puntualización a la Organización sugeriría, nuevamente, utilizar salas para poder entrevistar con comodidad a los autores. Además aprovecho para aplaudir la decisión de invitar a Julián Clemente, aunque programar sólo una charla suya me parece un error, habiendo tanto de qué hablar sobre Marvel a día de hoy…

Para acabar mencionaré una cosilla sin importancia… ¿cómo es posible que, estando los autores de Malavida en el Salón, el bar del Auditorio estuviese cerrado? ¡Si hubiesen hecho la recaudación de un año! Incomprensible…

Para acabar, y con honestidad, digno de aplauso, hay cosillas mejorables, pero el Salón del Cómic de Zaragoza es una gozada que sigue mejorando año tras año.

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