Como reza la máxima “Todo lo bueno se acaba” asistimos al final de Chew, magnífica y multigalardonada serie creada por John Layman y Rob Guillory, que nos deja por todo lo alto con un magnífico final pero no menos magníficos, y dolorosos, momentos a lo largo de estos dos volúmenes. Una de las mejores series independientes del momento.
Chew: Integral #2 y 3 de 3
Edición original: Chew 21-40 USA
Fecha de edición: octubre de 2022
Guión: John Layman
Dibujo: Rob Guillory
Formato: Cartoné, 576 páginas. Color, 640 páginas. Color
50€
Segundo y tercer integral de este espectacular cómic.
Anthony y Antonelle Chu son mellizos. Tony y Toni. Tony es cibópata. Eso significa que obtiene una impresión psíquica acerca del pasado de todo lo que mastica o ingiere. Toni es cibovidente, capaz de tener una visión del futuro de cualquier cosa viva que muerda o ingiera. Síguelos mientras investigan algunos de los casos más extraños, enfermizos y estrambóticos de este mundo.
Tony Chu es un detective con un secreto. Un extraño secreto. Tony Chu es cibópata, lo que significa que recibe impresiones psíquicas de todo lo que come. También significa que es un gran detective, siempre que no le importe mordisquear el cadáver de una víctima de asesinato para averiguar quién lo hizo y por qué. La División de Crímenes Especiales de la FDA, la agencia policial más poderosa del planeta, le encarga investigar sus casos más extraños, enfermizos y rocambolescos.
Chew es una de esas series que, por la premisa, no acaba de engancharte, a fin de cuentas ¿quién querría leer un cómic sobre un policía caníbal que consigue vívidas impresiones psíquicas al devorar cualquier tipo de alimento o pedazo de un cuerpo? No, Anthony Chou no lo tenía fácil para triunfar pero John Layman y Rob Guillory lo tenían muy claro y desde 2008 comenzaron a hablar para hacer realidad la idea del guionista a la que el dibujante se entregó con fervor y así, al año siguiente nos presentaron una de las series más distópicas y alocadas de todos los tiempos en los que la comida se convertía en un arma y donde algunos seres humanos tenían poderes provenientes de la comida, adquiriendo a través de ella superpoderes y, bueno, nada es tan bucólico como pueda parecer porque hace unos años unas letras gigantes aparecieron en el cielo y millones de personas murieron a consecuencia de una gripe aviar. Tony, y su compañero John Colby se dedicarán a investigar innumerables casos mientras Layman y Guillory nos iban dosificando la información, poco a poco, dejando caer pistas aquí y allá. Enganchado a los lectores sin piedad y con una envidiable construcción de personajes y de dinámicas que nos harán vibrar hasta el final.
A lo largo del primer volumen de Chew vimos cómo se iba conformando el mundo alrededor de Tony Chou y la FDA y una vez que los autores supieron que podrían completar los 60 números de la serie se lanzaron a una vorágine de creación de personajes, misterios y eventos que hacen de cada número de la serie un auténtico regalo, con especial atención a ese Poyo al que encumbraron como el arma de matar definitiva en una serie de alocadas aventuras que, la mayoría de las ocasiones, tan sólo apreciábamos a través de splash page brutales como la que podéis ver en esta entrada.
La gran trama en torno a Chew gira sobre el por qué de la gripe aviar y los millones de muertos y si están relacionados con las letras que rodeaban la Tierra mientras que, por otro lado, tenemos a un “monstruo final” tan mortal como el Coleccionador, que va ganando importancia conforme avanza la trama y que nos romperá el corazón en el segundo volumen de esta edición integral (y no exagero, hay un momento de la serie en la que comprendes que John Layman y Rob Guillory tienen muy claro hacia dónde va a ir la trama, de quién prescindir para ello y cómo causarnos una más que fuerte impresión). Es un momento desgarrador que nos prepara para el carrusel de muertes que se sucederán con más regularidad en el tercer volumen.
Las dinámicas entre los personajes de Chew están maravillosamente plasmadas, desde la amistad entre Tony y John, a toda la familia Chu, y en especial a Toni, las relaciones profesionales también son delirantes y no me hagáis hablar del sentido del humor que es irreverente y tremendamente divertido. Disfruto especialmente de las escenas de cama con una toma cenital que, junto a las splash page de Poyo, son de los momentos más divertidos y se esperan con ganas.
Lo cierto es que John Layman y Rob Guillory tenían muy claro lo que querían hacer y también cómo querían acabar la historia, ese número 60 que se nos viene anticipando en distintos momentos de la serie nos deja con un final abierto y brutalísimo, un final impactante y que podría dar mucho de qué hablar, si no fuera porque el trabajo al guión de Layman es tan soberbio, han pasado tantas cosas en estos 60 números y hemos perdido a tantos personajes maravillosos que, sinceramente, el final es lo de menos (y más si tenemos en cuenta lo que implica). Por otra parte os diré que os merece, muchísimo, la pena seguir a Layman y su obra, tanto Outer Darkness (¿para cuándo el siguiente tomo? ¿y la limited con Chew?) como en Bermuda, recién publicada por Planeta Cómic, en El hombre que j#%ió el tiempo, e incluso en esa rara avis que es Eleanor and the Egret, y es que además de trabajar para Marvel y DC Layman se ha curtido en franquicias como Army of Darkness, Xena Warrior Princess, Mars Attacks, Thundercats, Aliens o Red Sonja
No conocía a Rob Guillory de absolutamente nada, y lo cierto es que aparte de unos pocos trabajos en proyectos indie, como Teddy Scares, una antología, Chew fue su primera gran obra y ya al año siguiente ganaría el premio al Mejor Nuevo Talento dentro de los Premios Harvey por su dibujo (y también el Harvey a Mejor Nueva Serie a lo que sumarían el Premio Eisner a Mejor Serie Nueva y al año siguiente el Eisner a Mejor Serie Regular) y es que Guillory se desenvuelve de maravilla con su estilo cartoon, la expresividad de sus personajes y las maravillosas y alocadas escenas de acción que era capaz de regalarnos. Si beso el suelo que pisa Layman creo que también debería hacer lo mismo con Guillory.
Planeta Cómic publicó Chew en un formato cartoné para cada uno de los 10 arcos argumentales de la serie pero el año pasado comenzó a recuperarla en formato Integral (para que os hagáis una idea es idéntico al formato Omnibus de Panini) y este año lo ha completado con un tercer volumen con un poco más de páginas (casi 100) y un tamaño superior al comic book USA, por otra parte vais a hacer pesas leyendo Chew, eso os lo aseguro. Pero, en definitiva, me encanta este formato Integral y me parece un detalle que también se incluya el cruce con Revival (francamente divertido e interesante, ver cómo los autores de cada serie nos contaban su propia historia con ambos personajes) y que, además, contemos con una carretada de extras que os dejarán más que satisfechos.
Podría pasarme días hablando de Chew, algo que habréis visto claro habida cuenta de la extensión de la reseña, pero me detendré diciendo que es una de las series más divertidas, imaginativas y rompedoras que he tenido el placer de leer en los últimos años y esta es su edición definitiva.
Aún no he terminado de leer (y de comprar) todo The Expanse pero a esta nueva trilogía me subo a…