Hasta la fecha no sabía nada de Casacas Azules pero tras leer esta primera entrega publicada por Dolmen Editorial, que agrupa los álbumes publicados entre 1973 y 1975, tengo que declararme un fan absoluto del trabajo de Raoul Cauvin y Willy Lambil, no es de extrañar que lleven casi 50 años de publicación ininterrumpida, con una calidad así es una apuesta segura.

Casacas Azules. 1973-1975

Guión: Raoul Cauvin
Dibujo: Willy Lambil
ISBN: 978-84-15932-94-9
Precio 29,95 €

Serie creada por el guionista Raoul Cauvin e ilustrada inicialmente por Louis Salvérius, sucedido por Willy Lambil, Casacas Azules es un clásico del western humorístico y un best-seller absoluto del cómic europeo.

Ambientadas en la Guerra de Secesión, las hazañas del intrépido sargento Cornelius Chesterfield y su fiel (aunque a ratos rebelde) cabo Blutch son, desde hace más de cuatro décadas y media, una de las series más longevas y más exitosas del célebre semanario Spirou, habiendo protagonizado cerca de 60 álbumes.

El presente volumen de esta edición integral recoge las tres primeras aventuras ilustradas por Lambil: Los desertores, La prisión de Robertsonville y Los novatos de la marina. ¡Galopa con los Casacas Azules y vive el legendario Oeste de una manera diferente!

Estos últimos tiempos habéis podido comprobar cómo Noren reseñaba casi todos los títulos de la Colección Fuera Borda amparado en que, bueno, para qué negarlo, en mi grandísima generosidad. Y es que a pesar de lo que hayáis podido oir (o de lo que Noren os haya podido contar) soy un líder carismático y generoso, dado a permitir que sus inferiores disfruten de ciertos placeres aún cuando eso supone que yo, su amado líder, no pueda disfrutar de lecturas como estas; Johan y Pirluit, Los Hombrecitos, Quena y el Sacramús o Benito Sansón, como podéis ver, soy muy generoso, y es que ver llorar a ancianos padres de familia como Noren suplicando ser él el encargado de reseñar Fuera Borda me pudo. Pero todo tiene un límite, y cuando Dolmen anunció que publicaría Los casacas azules el niño dentro de mí, ese que acudía a una caseta en mitad del Parque del Castillo Palomar de Zaragoza en la que el Ayuntamiento habilitó, muchos años atrás, una biblioteca para que los niños pudiéramos recibir en préstamo cómics y libros, se rebeló. Recuerdo esa pequeña biblioteca, de esa brillante iniciativa, recuerdo hacer fila esperando a que abriesen para poder leer más y más tebeos. Naturalmente nada de cómic de superhéroes, una biblioteca necesitaba tomos en cartoné y eso sólo lo ofrecía la BD, así fue como descubrí a los Pitufos, a Quena y el Sacramús y a tantos otros. Eso sí, yo lo tenía muy claro, no quería un dibujo realista, quería uno que me recordase a Zipi y Zape o a Mortadelo y Filemón, quería disfrutar con esos títulos de humor de la línea clara francesa… aunque lo de disfrutar con cómics “infantil” tenía una excepción: el western, un género que, para un niño como yo, no quedaba atrás ni aún cuando estaba presentado con dibujo realista.

Así que, recapitulando, cuando vi que se iba a publicar Los casacas azules me acerqué a Noren y le dije “¡epa, qué aquí estoy yo!” y él aceptó cederme esta serie, para mi disfrute. Lo cierto es que he sufrido una odisea hasta que me la copia de prensa llegó a mis manos (muchas gracias a Correos por demostrar, una vez más, que privatizar empresas empeora, y gravemente, el servicio) y hasta esta misma semana (el tomo salió a la venta a mediados de abril) no he podido tenerlo en mis manos. Ni qué decir tiene que procedí a devorar con ansía este primer volumen (segundo en orden cronológico) y me sorprendí porque unos tebeos de hace tanto tiempo tuviesen un tono tan marcadamente antibelicista (comprenden los años 1973 a 1975) pero que a la par está magníficamente atemperado con un sentido del humor que viene, principalmente, de mano de Blutch, pero que no oculta, nunca, las mordaces críticas hacia la guerra, y la sociedad, que sus palabras y acciones gritan a los cuatro vientos.

Pero recapitulemos, estamos ante uno de los títulos más lóngevos de la familia franco-belga y aunque a los pocos años de iniciar su andadura perdió a su dibujante, Louis Salvérius falleció antes de los 40 años por un infarto, el firme pulso de su guionista, Raoul Cauvin, y la llegada de un nuevo dibujante, Willy Lambil, dotó de nuevos bríos a esta serie. Casualmente la edición de Dolmen se inicia con el debut de Lambil en la serie (la editorial adelantó este volumen porque, a priori, Lambil iba a acudir a España a una sesión de firmas en la FNAC que finalmente no se produjo) y que se compone de los siguientes títulos; Los desertores, La prisión de Robertsonville y Los novatos de la marina.

Reconozco que, al desconocer el título, no tenía muy claro qué esperar de Casacas azules (estas afirmaciones hacen que Noren rabie por dentro, así que disfrutadlo) pero me ha sorprendido muy gratamente el comprobar que Cauvin y Lambil han sabido mezclar tan acertadamente el estilo y tono de la línea clara de la BD con la crítica belicista con una serie de gags (como cada “chapuzón” que se pega Blutch en Los novatos de la marina) que resultan hilarantes, no sólo por el gag en sí, sino porque su repetición hace innecesario que sean dibujados de nuevo (como en el caso de los chapuzones) o porque, sencillamente, se incrementan, y con ello el resultado final. De esto suele salir, siempre, vencedor un Blutch sencillamente genial que ofrece, siempre, un contrapunto picaresco al, cegado por el deber, sargento Cornelius Chesterfield. Entre ambos personajes dibujan una situación que no debía de estar demasiado alejada de la realidad, en esa y en todas las guerras que la Humanidad ha batallado a lo largo de la historia.

En estos tres álbums; Los desertores, La prisión de Robertsonville y Los novatos de la marina, asistimos a la presentación en sociedad de Lambil (aunque comenzó a dibujar las últimas páginas del álbum “Sin ley” es aquí donde se encarga del álbum al completo) en una aventura sobre la objección de conciencia, los oficiales estúpidos y los soldados y su desesperación, después entramos ya en canción con la lucha contra el Sur, cuando Blutch y Cornelius son capturados y nos ofrecen un episodio que recuerda mucho a “La gran evasión”  y, mi favorito,  Los novatos de la marina, en lo que, para mi, es la elevación del duo formado por Blutch y Cornelius a los altares, donde veos la química entre ambos funcionando a pleno rendimiento y donde pasarán por cada uno de los cuerpos del ejército del Norte. Un álbum hilarante y bien documentado desde el punto de vista histórico.

El trabajo de Raoul Cauvin al frente de los guiones me ha parecido maravilloso, como ya he comentado da gusto ver cómo combina humor y crítica , pero lo que sorprende es comprobar (gracias a lo bien documentado que está este volumen) que Willy Lambil no sólo cambió radicalmente su estilo de un día para otro (era un dibujante de estilo realista) y, además, con una soltura y maestría que sorprende descubrir que en modo alguno había cultivado este estilo de dibujo.

En cuanto a la edición de Dolmen, habría que, como hasta ahora, aplaudir la iniciativa de la Colección Fuera Borda, aplaudir que se optase por comenzar editando el material ya con Lambil (no en vano lleva más de 40 años al cargo de la serie, él es el artista que se asocia a Casacas Azules), aplaudir el mimo con el que ha sido realizado el tomo y aplaudir que esté repleto de material extra.

En definitiva, mi primer volumen de la Colección Fuera Borda me incita a ir a casa de Noren, de noche, cuando él esté fuera de casa, y “aliviarle” de la carga de los otros títulos, lo que sí sé seguro es que esperaré con impaciencia la aparición de la segunda entrega de Casacas Azules, serie que os recomiendo muy efusivamente.