No tenía demasiadas expectativas puestas en Carta al Rey, a fin de cuentas aunque Netflix no haya dejado de hacerle promoción en su app y web algo me decía que no me iba a gustar demasiado lo que allí me encontrase, un simple vistazo al tráiler ya nos hablaba de la simplicidad de la trama y hacía sonar todas mis alarmas pero aún con todo decidí ver la serie porque el confinamiento hace que me aburra demasiado.

Carta al Rey es una adaptación del libro infantil de la autora neerlandesa Tonke Dragt (1962), premiado, 40 años después como el Premio de los Premios (Griffel der Griffels) al mejor libro infantil de los últimos 50 años, sinceramente, quienes dan esos premios no deben de leerse los libros.

La trama de Carta al Rey es floja, muy floja, no pasa más allá de la típica trama del joven al que encargan una misión y que, aunque llegará a tener sus dudas, sigue adelante hasta conseguirlo. Además tenemos un par de buenos momentos (como el de “el elegido”) pero es que la trama es TAN infantil, se pasa por alto tantos detalles de PESO (no hay venganza ni justicia por el complot, el villano es patético y las motivaciones de los personajes son ridículas) y nos ofrece un desenlace tan tópico que no puedes sino sentirte ligeramente insultado tras ver este producto tan simplista con personajes sin personalidad (ni emociones porque, en fin, apenas reaccionan).

Total, que no dudo que el libro de Carta al Rey SEGURO que es mucho mejor a lo que la serie de Netflix nos muestra pero, francamente, hay mil series mejores que ver antes que soportar esta. O si vais a verla, leed a la vez algún buen libro. Y si os gustó consolaos pensando que habrá segunda temporada, aunque la trama consista en alargar el chicle vacuo que tiene esta primera temporada.