Si hay dos reseñas complejas, dos obras difíciles de analizar en el mundo del cómic estas son, sin duda, Watchmen y El Incal. La primera, por la abrumadora cantidad de niveles, capas y profundidad del guión de Alan Moore. La segunda, por su surrealista cruce entre las historias oníricas del artista multifacético chileno Jodorowsky y el hechizante dibujo del francés Jean Giraud en su faceta de Moebius. A esta segunda obra vamos a dedicar nuestra atención en este artículo, e intentaremos desgranar la magia que atesora este clásico cómic de los años 80.

El Incal, también conocida como La Saga de los Incales o Las Aventuras de John Difool, es un cómic de ciencia-ficción del guionista Alejandro Jodorowsky y el dibujante Moebius, alter ego de Jean Giraud, publicada desde 1980 hasta 1988, y editada por Metal Hurlant. La obra se compone de 312 páginas, recogidas a lo largo de seis volúmenes distintos (integrados en un solo tomo en las ediciones más recientes): El Incal Negro, El Incal Luz, Lo que está abajo, Lo que está arriba, La Quinta Esencia I: La galaxia que sueña y La Quinta Esencia II: Planeta Difool.

La historia de El Incal narra las aventuras de John Difool, un fracasado detective de clase R que malvive en un decadente mundo metatecnológico, que se ve envuelto por azar en una epopeya de dimensiones cósmicas donde extraños personajes, varias razas alienígenas y muchos sistemas planetarios de medio universo luchan por hacerse con el poder del cristal llamado El Incal, que ha caído en sus manos.
Esta aventura onírica, que llevará a John Difool a alcanzar la realización personal a través de la iluminación, se inicia con el descubrimiento de un pequeño objeto con personalidad propia, El Incal, cuyos extraordinarios poderes van mas allá de la comprensión de los mortales. Desde ese momento, y siempre acompañado de Deepo, su fiel pájaro de hormigón dotado de vida por el poder del cristal, John Difool vivirá una huida constante: de Cabeza de Perro, del lago de ácido de Suicide Avenue, del Incal Negro, del Anillo Rojo, de los alienígenas Berg, de los mutantes de los niveles inferiores,… Y también, entre huida y huida, persecuciones y confrontaciones, Difool vivirá numerosos secuestros y encuentros con personajes de dudosas intenciones que se cruzan en su camino: el asesino Metabarón, Tanatah, Solune, Animah,… personajes secundarios de personalidad y presencia propias de personajes principales. Sin cesar su ritmo endiablado, la acción continua sin respiro para el detective John Difool en su camino de redención, y le lleva desde los malvados Técnicos Tecnos y su aliada La Tiniebla hasta la reunificación de los Incales en un sólo objeto perfecto, una misión casi religiosa para detener la amenaza de la sombra que está devorando los soles, con el objetivo de reordenar el universo y cerrar el círculo en un nuevo principio.
Sea como sea, el papel de John Difool en El Incal se puede definir como el de un personaje que se enfrenta a su destino, independientemente de los obstáculos que el mundo dispone ante sus pies, y que rompe con su vida gris para seguir un camino de iluminación, de perfección personal, que le lleve a descubrir la luz. Sin duda, el trazado del dibujo de Moebius y la definición de los rasgos del personaje (de más duros al principio a más suaves y femeninos al final) acompañan este camino iniciático. Lo que sucede alrededor del personaje, la confabulación cósmica, el conflicto universal, la crisis mundial,… son meros actores secundarios.

El complejo mundo de El Incal, fruto de la imaginación del controvertido Jodorowsky, nos sitúa en un futuro lisérgico, onírico, metafísico y mitológico, una ambientación de múltiples matices, de cosmogonía extraña repleta de divinidades, criaturas peculiares y bestias monstruosas. Misticismo herético en plena ebullición, siempre pensado en parejas, opuestos, los dos lados de cada uno (El Incal negro y El Incal luz, Lo que está abajo y Lo que está arriba,…).
Este mundo futurista las peculiares creencias metafísicas de su guionista, el chileno psicomago Jodorowsky, y el imaginario onírico de su dibujante, el francés Moebius, se funden en una única pieza. En él la civilización humana ha llegado al fondo de su desarrollo moral y su estado no puede ser más decadente, corrupto y depravado. La ciencia y la tecnología, en manos de los sectarios Técnicos Tecnos, han evolucionado hasta su cenit, es omnipresente y capaz de casi cualquier cosa pero la humanidad no le ha ido a la par: una embrutecida clase media, entregada en cuerpo y alma a las drogas y la televisión, hace casi buena a la depravada aristocracia, que vive en orgías permanentes y salvajes diversiones con las que mata el tedio.

Los adjetivos para describir las aventuras del gris y mediocre John Difool en El Incal, un tipo vulgar que sigue un camino de transmutación alquímica desde la oscuridad a la luz, un viaje iniciático, siempre serán aplicables, a su vez, a la peculiar personalidad de su guionista, un excéntrico artista multifacético con inquietudes en el tarot, la magia, la astrología, la metafísica o la alquimia… intereses de los cuales traslada algunos aspectos al mundo de El Incal. Lástima que sean muchos quienes viven ajenos al misticismo hermético (y herético) que nos presenta Jodorowsky, y se pierden en los niveles más profundos de la historia que nos narra, sin percibir el trasfondo.
El ritmo de la historia es altísimo, sin apenas altibajos, con continuos giros, con un dinamismo absorbente y una notable agilidad a la hora de cambiar de escenarios y líneas narrativas.

La Saga de los Incales se completa con otras dos obras: John Difool. Antes de los Incales y Después del Incal, que solamente mencionaremos brevemente, puesto que no forman parte de la estructura principal de la obra de Moebius y Jodorowsky sino que son añadidos posteriores.
En la primera, John Difool. Antes de los Incales, realizada entre 1988 y 1995 y donde las labores de dibujo recaen, en esta ocasión, en Zoran Janjetov, se narra como un grupo de Aristos se sumergen en los placeres demoníacos de los bares y los clubes y un adolescente John Difool, cuya madre se prostituye para obtener dosis de Amorina del mutante con quien vive y su padre es un inventor fracasado que vuelve de la prisión transformado en un miembro de la Legión de los Jorobados, se propone servirles de guía y ayudarles en su tránsito por el submundo.
En la segunda, Después del Incal, John Difool se reencuentra en su caída al vacío con la cual empieza (y termina) la saga de seis libros del Incal, un Difool, que se descubre inteligente y a quien han robado la memoria de que lo fue. Sus intentos por recuperarla le hacen descubrir que él es el eje sobre el que gira y se tambalea el frágil universo orgánico, al que atacan violentamente los productos de la tecnología.
Y de hecho, si somos algo más precisos, podemos considerar a La Casta de los Metabarones, de Alejandro Jodorowsky con Juan Gimenez, como un complemento de la obra de El Incal que centra su atención en uno de los personajes secundarios más interesantes, el asesino Metabarón. Y más que un complemento, en lenguaje televisivo, un spin-off. Y también Los Tecnopadres, con Zoran Jantejov, y de nuevo pisando el mundo extraño de El Incal.


Alejandro Jodorowsky
, responsable del guión de El Incal, es un tipo peculiar. Dramaturgo, director de cine, guionista, novelista, psicomago, filósofo, experto en tarot, farsante para algunos, loco para otros… un artista multifacético que nació en Chile en 1929 y con veinticinco años llega a París, donde ha residido la mayor parte de su vida y donde ha desarrollado su obra. En 1975, un proyecto de llevar a la pantalla Dune, de Frank Herbert, le pone en contacto con el dibujante francés Moebius, quien le abre las puertas del mundo del cómic, a la revista Métal Hurlant, al ilustrarle su historia de Los ojos del gato (1978). Tras El Incal, Alef-Thau (1983), con Arno, El Lama Blanco (1988), con George Bess, El corazón coronado (1991), de nuevo con Moebius, Cara de Luna (1991), con François Boucq, la ya mencionada  La casta de los Metabarones (1992), con Juan Gimenez, Juan Solo(1995), de nuevo con George Bess, Megalex (1999), con Fred Beltran o Bouncer (2000), de nuevo con François Boucq marcan su importante obra en el mundo del cómic europeo, de quien se convierte en un referente esencial y una influencia indispensable para explicar la nueva edad de oro que está viviendo este movimiento.

Jean Giraud
, en su faceta de Moebius, es un dibujante imprescindible en la historia del cómic. Su estilo claro, limpio y depurado como pocos, acompaña con precisión milimétrica la imaginería del francés para las formas y criaturas, ambas únicas y excepcionales, así como sus fondos y texturas. Nacido en 1938, su extensa obra abarca, además de su extensa obra en el mundo del cómic, participaciones puntuales en el cine, casi siempre en obras esenciales del género de la ciencia-ficción y la fantasía, como diseñador de personajes, escenarios y storyboards en Alien (1979), Tron (1982), Blade Runner (1982), Masters del Universo (1986), Willow (1987), The Abyss (1988) o El quinto elemento (1992), así como en el campo de la animación en Les maîtres du temps (1982), Little Nemo (1990) o Arzach Rhapsody (2003).
Moebius, conocido también como Jean Giraud o Gir (según el estilo empleado en el dibujo firma de una manera o de otra) es un artista único, una institución del cómic europeo y una figura sin igual en Francia. Ha desarrollado labores de guión y de dibujo y en el primer campo destacan obras como Arzach, El mundo de Edena o el Garaje Hermético, que él mismo se encargó de ilustrar. Su obra gráfica incluye personajes tan importantes como el Teniente Blueberry, cuya primera obra apareció en 1963 (Fort Navajo) y, a día de hoy, lleva más de 40 álbumes publicados, además de dos series paralelas (La juventud de Blueberry y Marshall Blueberry) realizadas por otros autores.
Fundador, con Jean-Pierre Dionnet y Philippe Druillet, de la mítica revista francesa Métal Hurlant, donde desarrollará sus obras más importantes y reconocidas: la saga de Arzach, para la que recupera el seudónimo de Moebius, El Garaje Hermético (y su secuela Mayor Fatal),… Tras ellas, cabe destacar Jim Cutlass (1979), con Charlier, Venecia Celeste (1984), El Mundo de Edena (1985), Silver Surfer (1985), para la editorial norteamericana de superhéroes Marvel, El corazón coronado (1992), con Alejandro Jodorowsky de nuevo,… y labores de guionista para Cristal Moteur de Marc Bati, Little Nemo de Bruno Marchand o Icaro, un manga japonés de Jirô Tanguchi.

El Incal
es una obra cumbre del cómic europeo contemporáneo y hoy, un clásico indiscutible del género de ciencia-ficción, cuya aparición marco una importante renovación en contenido y forma. Se ha editado en todos los formatos imaginables, desde una edición de bolsillo hasta una lujosa edición integral en cartoné. Comenzó su andadura en las páginas de Metal Hurlant, editados en los clásicos tomos grises en los años 80, aunque su origen parece ser que se remonta a tiempo atrás, con las primeras colaboraciones entre Moebius y Jodorowsky para la adaptación cinematográfica de Dune, de Frank Herbert.

Sin duda, la imaginación de Jodorowsky se alió con el talento de Moebius para engendrar una obra esencial en la evolución de la historia del cómic. La historia de El Incal es, en definitiva, el encuentro acertado de estos dos estilos complementarios, uno al guión y otro al dibujo, nacidos en las corrientes culturales y artísticas de los años 70 y alimentados, ambos y de forma evidente, por las maneras del surrealismo (un movimiento al que llegaron cuando ya estaba en franca decadencia).