Joss Whedon me la ha vuelto a jugar. De verdad, no sé por qué me sigo sorprendiendo. Creía que la había fastidiado con "Dollhouse" y anoche… anoche descubrí que es un auténtico tahúr, un sabio jugador de póker que oculta sus mejores cartas hasta el final.

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Comencé a ver Dollhouse emocionado pensando que, por fin, Joss Whedon tenía una nueva serie de televisión que ofrecernos, una manera de sacarse la espinita después de las cancelaciones de Buffy, Angel y Firefly. Una nueva manera de demostrar que el Dr. Horrible’s sing a long blog song no era chiripa (claro, 4 de 4 sería chiripa, ¿no?) Y sin embargo me encontré con una serie que no me entusiasmaba. Quizás a consecuencia de todos los cambios que la productora le obligó a realizar en el episodio piloto. ¿Quién sabe? Pero lo cierto es que la estructura de “cliente por capítulo” no me llegaba. Oh, sí, hubo episodios buenos, como el de Alpha, pero la cosa no me convencía. Ese no era el Whedon que yo estaba esperando ver. ¡Y entonces llegó Epitaphio One! La sorpresa que Joss Whedon tenía en la manga

Parecía que la serie iba a ser cancelada, pero las excelentes ventas vía iTunes y que Whedon aceptase un recorte drástico del presupuesto (que para nada se nota en los capítulos de la segunda temporada, de hecho casi da la impresión de que el presupuesto aumentase) salvaron la serie, le dieron nueva vida… pero ya era demasiado tarde. El comienzo de la segunda temporada es, como poco, dubitativo, y hasta el tercer/cuarto capítulo la serie no despega. Y todos aquellos que dejaron de ver la serie en ese punto, o antes, se perdieron una “partida de póker” excepcional. Es impresionante ver lo que Joss Whedon (y su equipo de actores y guionistas) consiguen en esos 9 episodios (que ayer me vi de un tirón). El ritmo de la serie cambia. A nadie le importan los estúpidos clientes, lo importante es saber qué se cuece en Rossum, por qué el Senador Perrin (Alexis Denishof, genial, como siempre) anda detrás de la Dollhouse de Los Ángeles, qué quiere Alpha, qué pasa en las otras Dollhouse, cómo se puede evitar el futuro visto en Epitaphio One… multitud de preguntas y pocas respuestas.

Uno de los problemas de la serie pudo ser el que la Fox obligase a Whedon a rodar de nuevo el episodio piloto y, quizás, el no haber tenido el valor de comenzar la serie con algo así como el Epitaph One. Poner toda la carne en el asador desde el comienzo y que los fans se suban al tren en marcha. Naturalmente tendrían que haber cambiado el ritmo de la serie para que la primera temporada hubiese sido algo más como la segunda… o sencillamente, sólo debería haber habido una temporada de 26 capítulos. Pero la falta de fé del estudio y de dirección de la serie al comienzo acabó por significar el final de una serie que promete y mucho (a ver si la continuación en cómic nos ofrece algo más, aunque lo dudo).

Sin embargo hay capítulos sensacionales y tan sólo por los últimos 10 capítulos de la segunda temporada (y los 2 últimos de la primera) la serie ya merece muchísimo la pena.

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La serie no sólo cuenta con los alicientes de los “ingredientes” con los que Whedon edulcora sus series, sino que además nos permite reencontrarnos con viejos conocidos como Alexis Denishof, Eliza Dushku (para mi gusto de lo peorcito de la serie), Amy Acker (impresionante en sus múltiples papeles), Felicia Day o la camaleónica Summer Glau en su papel de Bennett Halverson. Pero, además, nos regala a otros nuevos actores a los que seguir la pista, gente como la hermosa Dichen Lachman (Sierra/Priya), el versátil Enver Gjoka (Víctor), el histriónico Fran Kranz (Topher Brink) o Alan Tudyk (Alpha). Un impresionante elenco de actores  que ha sabido elevar progresivamente el nivel de la serie hasta ofrecernos una segunda temporada sensacional.

Pero, sinceramente, yo creo que el punto de inflexión en la serie lo marcó Epitaphio One, el as en la manga que Whedon tenía. Un capítulo que, inexplicamente, no se emitió en los USA porque la FOX sólo quería 12 capítulos (y ver este episodio te hace preguntarte, ¿por qué no lo quisieron?). Desde este capítulo las cosas cambian. Echo ya no es sólo una muñeca, es la única persona entre el Apocalipsis futurista que vimos en Epitaphio One y la humanidad. Sí, muy al estilo Terminator (de hecho el final de la serie, capítulo 12, The Hollow Man, podría considerarse como un homenaje al final de Terminator 2), es una recreación de Días del Futuro Pasado (para los amantes de los cómics y de la Patrulla-X), es muy similar al final de Angel, al de Buffy… es un espectáculo que no conviene perderse en el que los giros argumentales están a la orden del día. Y la sorpresa… ¡madre mía! Qué mala uva gasta Joss Whedon.

Y tampoco es que el colofón a la serie, Epitaphio Two, sea una cosa suavecita. Es más bien una despedida para los fans, un cierre de la trama argumental… pero sabiendo que tantas cosas quedan en el tintero, en el limbo de las ideas… se hace duro despedir a Dollhouse. Esperemos que el próximo proyecto de Joss Whedon consiga imponerse desde el principio.

En definitiva, una gran serie que tardó demasiado en ofrecer lo mejor de sí misma. Puede que por interferencias del estudio, pero también por algunos capítulos, los iniciales, especialmente aburridos que le hicieron perder demasiada audiencia. La pena es ver el excelente nivel de la serie al final de la segunda temporada. Vislumbrar lo que pudo haber sido… una vez más, a Whedon le persigue el fantasma de las cancelaciones. Esperemos que la próxima vez tenga más suerte.

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