Masanori Ota, más conocido como Shirow Masamune, es el maestro de manga cyberpunk, impulsor del género, consagrado y reconocido sobretodo por sus obras Ghost in the Shell, Manmachine Interface (Ghost in the Shell II), Appleseed o Dominion. Ésta última es la obra que nos concierne, en su edición de Planeta Agostini titulada Dominion Conflict, segunda parte de Dominion Tank Police. El aire de la Newport está tan contaminado que sus habitantes no pueden salir a la calle sin llevar una máscara que les permita respirar. Pero la polución no es lo único que ha aumentado en la ciudad: el crimen organizado también campa a sus anchas, y se ha convertido en un problema tan preocupante que nace una nueva unidad de las fuerzas de seguridad, un cuerpo especial equipado con… ¡tanques! Pero cuando la banda Buaku llega a la ciudad y siembra el caos, muchos piensan en rendirse… ¡¡menos la nueva división acorazada!!

Dominion Conflict (1995) es la continuación de la célebre Dominion Tank Police (1993), la que, para muchos, es la obra más divertida de Shirow, donde el humor y la tecnología se dan la mano para crear un manga redondo y entretenido que engancha desde el principio.

Dominion Conflict nos recupera a los personajes más emblemáticos de su precedente Tank Police y acompaña su retorno con algunas sorpresas inesperadas. Así, frente a una Leona Ozaki más madura, responsable, con la fama a cuestas y comandante de un grupo de tanques, nos encontramos con el golpe de efecto de las divertidas y sensuales hermanas gemelas gatunas de la serie anterior ingresando en el cuerpo policial. ¿Resultado de todo esto? Las habituales y divertidas persecuciones de criminales a lo largo y ancho de la ciudad a bordo de tanques, provocando el consabido nivel de destrucción. Acción frenética, toques de humor continuos, docenas de personajes secundarios muy interesantes en un reparto coral que agudizan la sensación de velocidad que transmiten las obras de Shirow,… Ingredientes aportados en las medidas adecuadas para obtener un guiso muy sabroso.

Detalle destacable, Shirow ubica, una vez más, a una mujer como protagonista de sus aventuras. Eso lo sitúa en esa extraña y fina línea de separación del manga Shonen (destinado a chicos) y el manga Shojo (destinado a chicas), limitando esta clasificación a las dos más obvias para no extendernos en demasía. Y es que cuando Shirow descubrió el manga (según se comenta, gracias a un compañero de estudios de la Universidad de Artes de Osaka) no era el lector típico de Shonen, sino que sus lecturas más habituales iban dirigidas hacia el Shojo, que por aquella época mostraba una evolución artística mucho más importante y pronunciada, con historias innovadoras y maquetaciones de páginas mucho más originales. Algo que, evidentemente, para un estudiante de artes era más llamativo. Probablemente esa influencia sea la que ha hecho que los protagonistas de las historias de Shirow sean, en su mayor parte y por no decir siempre, mujeres: Leona, Deunan, la Mayor Kusanagi, Tifón,… El propio Shirow se justifica diciendo que así no se ve obligado a incluir inútiles tramas románticas dentro de la trama global para contentar a todo su público).

Dominion Conflict son 160 páginas, en formato manga y en blanco y negro donde, pese al innegable virtuosismo gráfico alcanzado como dibujante, es cierto que Shirow puede considerarse un narrador confuso y complejo, que en ocasiones complica innecesariamente la lectura de sus obras y dificulta la comprensión de historia que pretende contar. Por ejemplo, Shirow gusta de llenar sus historias con textos de apoyo explicando hasta lo más nimio, lenguaje técnico inventado sin relación con la trama, desde el funcionamiento de un androide hasta el método de manufacturación de un material, pasando por una explicación de alguna maniobra táctica utilizada por tropas militares en el mundo real o una recomendación sobre un libro de inteligencia artificial que haya leído recientemente. Datos de acompañamiento superfluos que distraen al lector del hilo principal y que no añaden ningún dato relevante a la historia. Ciertamente esta complejidad alcanza un grado mayor en obras posteriores como Ghost in the Shell o Manmachine Interface pero, a pesar de este matiz, Dominion Conflict sigue siendo una obra divertida, amena y entretenida. Absolutamente recomendable.