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Cuándo llega la Navidad es costumbre recomendar películas en las que suenan villancicos, nieva abundantemente, hay reuniones familiares en las que se comparten regalos, y siempre aparece Santa Claus. Son las típicas y tópicas películas navideñas de siempre, las mismas de cada año, que se repiten en todas las listas de recomendaciones y que las televisiones vuelven a emitir una y otra vez. Pero puestos a buscar cosas distintas, hay películas ambientadas en estas fechas que no siguen los mismos esquemas. Por ejemplo, porqué no, “Batman vuelve“.

Corría el año 1989 cuando el joven y talentoso director Tim Burton consiguió dar el difícil paso de adaptar un personaje de cómic a la gran pantalla, que pocos han repetido con el mismo éxito. Era el primer Batman cinematográfico, que logró una asombrosa recaudación de 43,6 millones de dólares en su primer fin de semana. En aquel entonces el Hombre Murciélago era un icono de los cómics de superhéroes pero hasta entonces los superhéroes en los cines aún brillaban por su ausencia, y los pocos intentos de hacer películas con ellos no habían funcionado nada bien. El éxito de “Batman” abrió la puerta a una secuela, una nueva entrega de las aventuras del famoso personaje del comic bajo la mirada oscura tan característic del cine de Burton.

En un principio Burton no tenía muy claro hacer esta secuela. Su experiencia en la primera entrega no había sido exactamente como él hubiese deseado. Quería más control creativo y el guion que Warner Bros. estaba desarrollando no le convencía. Y cuándo obtuvo las condiciones deseadas, incluyendo la contratación del guionista Daniel Waters para escribir el libreto, se puso a ello con ahínco.

Protagonizada por Michael Keaton, Christopher Walken, Danny DeVito, Michael Gough, Michael Murphy y Michelle Pfeiffer, entre otros, “Batman vuelve” (“Batman returns“) nos contó como el Hombre Murciélago se enfrentaba en esta ocasión con el siniestro Pingüino, una criatura solitaria y deforme que quiere vengarse de él y de todos los habitantes de la ciudad de Gotham. Para conseguirlo cuenta con un ejército de pingüinos (algunos reales, otros mecánicos, cuya creación recayó sobre el gran Stan Winston) y el apoyo del taimado multimillonario y empresario corrupto Max Schrek, que le ayudan a preparar un minucioso plan para convertirse en el nuevo alcalde de la ciudad. Además también aparecerá otra villana Catwoman, una sensual mujer que se mueve como un gato en el filo límite entre el bien y el mal.

La película se estrenó en los EE.UU. en junio de 1992, y sumó un total en taquilla de más de 45 millones en su primer fin de semana, acumulando un total de 266 millones tras su recorrido por los cines de todo el mundo. Su presupuesto era de unos 80 millones de dólares, así que puede calificarse de gran éxito, pero no parece que Warner Bros. lo viese de la misma manera. Para “Batman Forever” y “Batman y Robin” contrataron a Joel Schumacher, que convirtió las películas de Batman en lo peor de lo peor de la historia de cine. En resumen, que en Warner Bros. llevan metiendo la pata con el Universo DC cinematográfico desde hace casi treinta años.

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