Hubo un tiempo en el que devoraba los libros de Stephen King, pero acabé por aburrirme de su obra. La premisa de “22/11/63” hizo que le diese una nueva oportunidad y que haya disfrutado con un libro agridulce y un pelín extenso.

22/11/63
Stephen King
Plaza & Janés
ISBN 9788401352485
Nº de páginas: 864 págs.
Encuadernación: Tapa dura
Editoral: PLAZA & JANES EDITORES
26,90 €

Todo empieza con Jake Epping, profesor de inglés en el instituto de Lisbon Falls, Maine, que se gana un sueldo extra con clases nocturnas para adultos. Un día les pide a sus estudiantes que escriban sobre un acontecimiento que les haya cambiado la vida, y una de estas redacciones le impactará profundamente: la historia cruenta de una noche de hace cincuenta años cuando el padre de Harry Dunning volvió a casa para matar a su madre, hermano y hermana con un martillo. Al leer esta redacción algo cambia en Jake; su vida, igual que aquel día en Dallas de 1963, cambia por completo en tan solo un instante. Poco después su amigo Al, propietario de un diner en su barrio, le descubre un secreto: en el almacén hay una puerta que conduce al pasado, a un día en particular del año 1958. Y Al le pide a Jake que le ayude con una misión que le obsesiona: impedir el asesinato de Kennedy. Y así comienza la nueva vida de Jake como George Amberson, en un mundo muy diferente. En él, George se enamorará mientras sigue el rastro de Lee Harvey Oswald hacia un momento histórico que quizás ahora nunca se produzca. Un viaje al pasado nunca ha sido tan creíble, ni tan terrorífico.

A priori no estamos ante un libro original, el viaje en el tiempo ha sido tratado en tantas ocasiones que no es una idea desconocida para el lector potencial, pero si agregamos el asesinato de JFK a la ecuación las cosas cambian, entonces estamos ante un libro que promete mucho, que promete una ucronía, que promete teorías de la conspiración, que promete acción y que, bueno, promete. El caso es que Stephen King se enamora de la posibilidad de recrear el pasado, unos inocentes finales de los años 50 y comienzos de los 60, los años de la inocencia, unos años que tantos autores han homenajeado en el pasado y que nunca fueron tan bien retratados como en la excelente Pleasantville, de Gary Ross. King ha conseguido recrear la misma magia con 22/11/63, aunque demostrando que por algo es el rey del terror, porque sabe cómo emponzoñar un sueño, sabe cómo hacer llegar terrores a nuestros sueños más idílicos. Y eso es lo que hace aquí, convierte la vida de ensueño de George Amberson (Jake Epping en 2011) en una pesadilla en la que toda la felicidad que éste ha logrado fabricarse en el pasado está, varias veces a punto de irse por la boda por culpa de, bueno, personajes “made in Stephen King”.

Pero aquí también tenemos al King más romántico que sabe construir un romance a retazos, con detalles y, sobre todo, con música y baile. La parte más dulce del libro es sin duda la de Sadie y es una delicia leer un “romance adulto” sin tanta moñez y cursiladas.

El caso es que, entre tanto, vamos conociendo a un Lee Harvey Oswald mezquino, maltratador, cobarde… escoria, la verdad, un personaje al que King no trata con nada de afecto y que se convierte en el principal escollo en la felicidad de George/Jake. Eso sí, la teoría sobre cómo se convirtió en el asesino de JFK es interesante, por más que nos guste sospechar del FBI y de la CIA.

Finalmente habría que hablar del apartado de la ci-fi, del viaje temporal, y que el autor deja bastante más de lado de lo que me gustaría para, al final… en fin, no sé cómo hablar del final sin decir que Stephen King es un sádico tramposo.

En la parte negativa habría que comentar la excesiva longitud del libro, especialmente si no conocemos al detalle los años 50 y 60 de Estados Unidos, porque nos perdemos alguna que otra cosilla.

Se supone que se está trabajando ya en la adaptación cinematográfica y me parece todo un acierto ya que estamos ante un libro muy visual. Es una película que quiero ver y en la que, espero, cambien el final.

En resumen, 22/11/63 es un buen libro en el que Stephen King demuestra su maestría a la hora de retratar ciudades de la América profunda y de hacernos disfrutar/temblar con sus personajes.